martes, 20 de noviembre de 2012

CON ESFUERZO Y VALENTÍA


Hay días que no termina de amanecer. Que el Sol se eleva, ilumina, pero ahogado en sus propios problemas se niega a ceder un poco de luz. Días negros, días malos. Un día negro es un día de resaca, suspendes un examen, uno negrísimo es en el que te deja tu pareja, te echan del curro: en ambos casos, quizá compartiendo las penas con el Sol puedas acabar un día gris, tan borracho como el astro. Pero existen días que, por más que se beba, por más que uno se hunda en la miseria de la desesperación para intentar salir de ella, los problemas siguen ahí. Muchas personas pasan por esto en el mundo; hay algunas, que nunca han pasado por otra cosa, por lo que creen que los días que son negros como el carbón tienen cierto brillo.

Eso no pasaba en España. España estaba en el mundo civilizado. Pero cuando comenzó todo (es decir, cuando lo que estaba claro seconvirtió en evidente), comenzó el terror. El paro, los recortes. Y la casa. Repentinamente, comenzaron a aumentar los desahucios, sin que nadie pareciera que pudiera detenerlos. El Sol había decidido no alumbrar a tantas familias, que los poderosos llenaron las calles de sabuesos, aterrorizados por la misma oscuridad que ellos mismos habían creado.

Pero lejos de echarse al monte, lo cuál habría estado bastantejustificado, muchos resistieron, y como aldeas galas se mantuvieron en pié, resistentes al invasor. Aguantando el chaparrón, agotando las vías legales y las humanas, sin levantar un sólo puño con ira a pesar de haber sido estafados, vendidos, odiados. Para muchos no fue suficiente. En la calle acabaron, sin poder mover ni un sólo músculo, no de muerte, sino de mera tristeza.

Ayer, sin embargo, se demostró que la resistencia tiene su efecto. Una familia de Rivas consiguió que se detuviera su desahucio: por el terror internacional de los suicidas, por la presumible aparición de un food riot, el hecho objetivo es que hoy, que era el día marcado, no les echaron de su casa. Y aún contienen el aire, emocionados, pero entre cuatro paredes y no en la puta calle, no en el frío del Madrid de Noviembre.

Ayer se detuvo un desahucio. Nadie hizo nada. Izquierda Unida intentó lavarse las manos a última hora. Fue el esfuerzo personal de esa familia, así como el apoyo de diferentes redes sociales (PAH, 15-M) a pié de calle las que consiguieron detener la barbarie del desahucio. Con esta entrada sólo quería honrarles a ellos, a los que luchan, que sí se puede. Y, aunque sea una tragedia que muchos otros desahucios se ejecuten, que haya habido suicidios e intentos de ellos, esta es una buena noticia. Pero no una de esas buenas noticias con las que hay que conformarse, no, una noticia que nos obliga a seguir hacia delante.

Hacia una Revolución. Una revolución humana, en la que primen las personas y no los mercados. No sé si ésto quiere decir extrema izquierda.

Hoy quería dedicar la entrada del blog a esta familia, y a los que luchan. Por su valentía. Por sus enseñanzas.




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