jueves, 27 de junio de 2013

Sobre Burgos y los burgaleses

Ya ha pasado mucho, pero mucho tiempo.

El otro día pasaba con el autobús por la ciudad de Burgos y me vino a la cabeza hasta qué punto puede ser manipulada la realidad, la verdad, la Historia...

... como ejemplo, el nombre de esa ciudad. Oiréis decir por aquí, por ahí y por allí, que Burgos se llama Burgos a causa de los burgos que conformarían la ciudad que se acabaría llamando Burgos. Yo también creí  en esa historia, pero había un aspecto que no me encajaba: ¿Por qué el de Burgos no se llama burgués sino burgalés?

Nadie supo responderme a esa pregunta. Nadie en Burgos. Tuve que irme a un pueblo cercano, donde aún la gente habla entre sí y no sólo se choca. Allí, en Páramo del Arroyo, encontré a Jorge Burgalés, un anciano solitario, como aquel de los cuentos maravillosos, el donante de Vladimir Propp (y dale con la mula al trigo). Él me respondió, muy sencillo. Fácil- dijo, encogiéndose de hombros-. Los burgaleses de Burgos no tienen nada que ver con los burgos o con los burgueses - ante mi atónita mirada, continuó-. Mira chico, ¿Has visto el bicho que hay en la entrada de la ciudad, en Villatoro? -se refería al dinosaurio que hay en la rotonda,  ¡Pues ese es Burgos! Un monstruo terrible, que comía ganado y escupía fuego por la boca -... y seguro que Rayos por el culo, como William Wallace.

- ¿Qué pasó con él?- pregunté, tras una larga pausa. Se volvió a encoger de hombros.

- Un valiente guerrero, sólo con una espada en la mano, le abatió. Fintó sus bolas de fuego, esquivó sus garras mortíferas, y le clavó su espada en la garganta. Aún puedes verlo, ahí, en la rotonda- señaló con el dedo, como si sentados delante de su puerta pudiéramos verle-. A raíz de eso, comenzaron a apodar al guerrero El-Que-Mató-Al-Dragón, pero como era muy largo lo llamaron Burgalés. Como matadragones en lengua antigua, o algo así - hizo una pausa-. Muy antigua, ¿Sabes? Antes que los romanos, los etruscos, y todos esos.

- ¿Cuando Altamira? - no pude evitar preguntar, con sarcasmo.

-¡No hombre, tanto no! No seas animal. Coincidiendo con Hallstatt B2, cronología calibrada, si no recuerdo mal.

Todavía no había llegado a asimilar la referencia arqueológica, cuando alcancé a preguntar.

- ¿Y tú cómo sabes todo eso?

-Fácil - repitió, con una sonrisa entre dientes-. Porque yo maté al Dragón.