martes, 1 de enero de 2013

Destruyendo Sueños, Construyendo Oportunidades

Es hora de seguir nuestro camino

Nuevo año, vida nueva. No news, good news, dicen los ingleses, y creo que es una de las pocas cosas con las que jamás podré estar de acuerdo con los ingleses. Bueno, hay alguna más.

Esta entrada también va de imágenes. Porque a veces una imagen dice más que mil palabras, porque a veces nos falta la voz para expresar lo que sentimos, si es que acaso lo sabemos. Porque a veces incluso no hay nada que decir.

Estas imágenes son de una casa okupa en Madrid. Una casa donde gente arrastrada, pateada y golpeada por el sistema intentó construir un hogar, intentó hacer un sueño. Sin hacer daño a nadie, en silencio. De hecho, quejándose de cuando la gente subía hacer botellón y la liaba.

El fascismo no nos va a dejar soñar. Y el fascismo no va a venir con una bandera, here we go. Poco a poco, golpe a golpe, verso a verso. Desde la cúpula del gobierno, decidieron que unos marginados sociales no tienen derecho a vivir en paz, ni siquiera viviendo como tal, marginados. Y lo que era un refugio, un simple espacio para que no te pille el frío, la lluvia y el viento, lo convirtieron en el hogar de una célula terrorista, de los activistas del 25-S, lleno de yonkis, con artefactos explosivos. Y no es que lo diga yo, es que lo emitieron tal cuál en la televisión pública, en la de todos.

Conocimos la casa un amigo y yo el día 27 de Septiembre, mientras estábamos sentados en Plaza España. Pocos días después, otros amigos y yo decidimos volver a la casa okupa con las mejores vistas de Madrid. Estaba cerrada, bloqueada por dentro. Habían creado miedo, y contra el miedo nada se puede.
No quería colgar estas fotos. Esperaba que todo el mundo pudiera disfrutar estas vistas en persona. Pero, precisamente, porque se empeñan en destruir nuestros sueños, nos debemos armar en el recuerdo y la memoria. Para poder construir nuestras nuevas esperanzas de futuro. Espero que las disfrutéis.










domingo, 30 de diciembre de 2012

Un nuevo camino

Historia de una ida y un regreso

Bueno, como novedad, he cerrado el Facebook por diferentes motivos, pero el más importante de ellos no es tanto su naturaleza, como la obsesión que había creado en mí. Así que nada, muerto el perro, adiós a la rabia. Puede parecer una solución radical, pero precisamente de eso se trata, En fin, esta entrada no es para completar lo malo e imperialista que es el Facebook, sino para hablar del castillo de mi pueblo.

O bueno, mejor dicho, de lo que queda de él. Ni siquiera es mi pueblo, es el pueblo de al lado.

El castillo de Collado está situado en el alto homónimo, en cuya falda está el pueblo de Escobedo. Es una construcción del siglo VIII que probablemente perduró hasta el siglo XII, y se le relaciona con la reordenación del territorio en los albores de la Monarquía astur. Los últimos trabajos corresponden a los años 2000 y 2001, trabajos de excavación y “puesta en valor”. Puesta en valor por decir algo, porque da verdadero asquito como está todo. Quizá por su inaccesibilidad, rodeado a día de hoy por gigantescos eucaliptos, quizá porque al político de turno sólo le interesaba hacerse la fotito de turno y punto.

En fin, no os molesto más. Os dejo las fotos que he hecho esta misma tarde y juzgáis vosotros mismos.
        










La última foto es del pueblo de Escobedo, Ayuntamiento de Camargo, desde la perspectiva del monte del Collado.

jueves, 6 de diciembre de 2012

¡Que vienen las suecas!



La indoeuropeización no debe tomarse a guasa. Tras siglos y siglos de interacción entre bajitos morenos con pelo rizado, en el declive de un régimen caduco y sin embargo discutido y enfrentado por muy pocos (anda mira, como ahora), llegaron las suecas con sus bikinis, luciendo sus cuerpos arios. Probablemente, es lo más parecido a una indoeuropeización que conoció la península ibérica. O cualquier territorio. Pero, ¿Qué es eso de la indoeuropeización?

Cuando ves Conan el Bárbaro, estás viendo escitas. Pero cuando ves cualquier peli de serie B que pretende imitar a Conan, estás viendo a los indoeuropeos. Un día, un filologo del siglo XV, se dio cuenta de que muchas lenguas de Europa no romances tenían cosas en común. Dios, claro. Digamos que, aunque la sinapsis de aquellos debía de funcionar tan bien como la nuestra, no había demasiada imaginación en lo relacionado a cualquier campo de conocimiento. Nótese que no he dicho conocimiento científico. Da como cosica, ¿No?

Pero eso de Dios era muy carca y, tras un largo camino, llegamos al siglo XIX. Podríamos, en fin, resumirlo en lo siguiente: si todas las lenguas europeas se parecen, igual que algunas lenguas de la India, todas ellas debieron originarse en una única lengua, una lengua que se desgajó en varias: esta lengua sería el protoindoeuropeo: el primer europeo, precediendo a la Unión Europea, como quien no quiere la cosa. Ahora, ¿Quién hablaría esa lengua? Pues los protoindoeuropeos, un pueblo que desde lejos habrían traído estas lenguas (pues había lenguas que no encajaban en el modelo europeo, como el vasco, el finlandés, y en general muchos arcaísmos e indigenismos varios -tiburón, por cierto, entre ellos-). ¿Como eran físicamente? El siglo XIX fue la época de Wagner, de la incipiente arqueología, de los pueblos primigenios. En definitiva, en taparrabos y oyendo a los Manowar. Galopando. Rompiéndolo todo.

Todo esto, en fin, está olvidado. Los indoeuropeos no existieron. Todo ello son movidas decimonónicas, atrasadas. Y, aún con todo, quedan interrogantes, si no existió una lengua protoindoeuropea (ya que, técnicamente, no está atestiguada), ¿por qué parecen todas entroncarse? Tiembla, paradigma, tiembla.

No soy un lingüista, ni muchísimo menos. De hecho, lo que digo a continuación probablemente sea una tontería, o ya haya sido propuesto por algún especialista; o ambas.

¿Y si dejamos de pensar de forma unidireccional? Las comunidades políticas humanas no son unidades aisladas, más bien al contrario están en continuo contacto. Son momentos muy determinados de la Historia donde la frontera tiene el mismo significado que a día de hoy; la frontera estatal en la actualidad, quizá el limes en periodos concretos del Imperio romano, las fronteras entre pueblos, valles, regiones y comarcas durante el (largo) Feudalismo... Pero durante los periodos que corresponden al Palelolítico, Neolítico y la Edad de Bronce (que no es poco, en términos humanos), la interacción entre comunidades humanas era continua. Kristiansen ya advierte que en el mundo escandinavo de la Protohistoria se comparte la misma escritura, pero tan pronto aparece el feudalismo ésta adquiere unos tintes ultralocalistas.

En fin, si la gente se mueve, ¿Por qué no su lengua? Hace un tiempo, Renfrew y otro británico propuso que la lengua celta fuera una lengua franca en la cornisa atlántica. Me encanta esta idea, y veo que cada vez hay más datos que lo atestiguan (ésto es como para tratarlo aparte). Interacción, e intercomunicación. Tenemos conocimiento de varias lenguas francas y su funcionamiento; lenguas que se transforman, se adaptan, en función de las necesidades de la intercomunicación. ¿De verdad pensáis que el oestron de Tolkien, la lengua común, era un “apaño” para que sus personajes se entendieran?

No estoy proponiendo un panorama buenista para el estudio de las sociedades humanas. Ya Homero diferenciaba las lenguas de hombres (posiblemente pelasgo) de las lenguas de dioses (griego, por cierto). Creo que la Historia es opresión, dominación, violación y extorsión, donde sólo con mucho sudor, esfuerzo, sangre y fracasos se han ido consiguiendo victorias (sí, qué demonios, llamemos victorias a lo que realmente lo son). Pero la variedad de grupos, el continuo enfrentamiento soterrado, obliga a las partes a ceder.

Acá va la propuesta, en fin, definida.

¿Y si la lengua protoindoeuropea fuera una lengua vehicular entre diferentes comunidades humanas, una tan grande que llegó a extenderse hasta la India?

Una curiosidad, para pensar: todo el área de lenguas indoeuropea fue, durante un periodo que podríamos enmarcar entre el 8.000 y el 1.000 a.C., en diferentes momentos según que zonas, muy aproximadamente, fuente de recursos materiales para sociedades del Mediterráneo oriental. Da que pensar.


PD: Bueno, y esto es una foto de una indoeuropea. Que seguro que habéis entrado por ella, PILLINES!

miércoles, 28 de noviembre de 2012

No debe pillar por sorpresa


No me digan que no se lo esperaban. Es verdad que quizás no fuimos sinceros cuando gritábamos “éstas son nuestras armas” cuando deberíamos haber añadido “de momento”. Pensé que, entre tanto asesor que tiene Mariano, seguro que había alguno que tendría alguna noción de sociobiología. O sentido común. Si lo hubiese habido, quizá se hubiera imaginado que todas las personas tienen un límite. Incluso el 15M, los indignados, y “los de las manitas”. Cuando se comenzaron a tirar, en las manifestaciones, petardos, vayas, piedras, todo el mundo se echó las manos a la cabeza. No digo que apruebe o no la violencia moralemente y, de hecho, a nivel estratégico, en el contexto de las manifestaciones habidas en Madrid, aunque desestresante, creo que es completamente inefectiva. Sólo hace falta ver los resultados de las últimas manifestaciones, heridos y detenidos.

Lo intentamos; y, venzamos o perdamos, eso debe quedar para la Historia. Tuvimos el coraje de no descargar nuestra ira contra aquellos que se reían de nosotros, aquellos que la provocaban. Aguantamos, aún temblando como flanes, cuando nos sacudían una y otra vez con sus porras. Y cuando recibíamos los golpes de vuestro terrorismo, los golpes del mercado, las palizas en comisaría, que nos llamaran el “enemigo”, nos callábamos. Los desahucios, los recortes, el paro, la miseria y la mendicidad. Los suicidios. Aguantamos, lloramos en silencio.

No se quejen de que luego lluevan piedras, porque no es nada fácil vermorir a los tuyos. Y cuando digo no se quejen no me refiero a los políticos o banqueros, que por supuesto se quejan, por sus privilegios, es lo que tiene la lucha de clases. Cuando digo no se quejen me refiero al resto de la sociedad civil, que aun sufriendo el terrorismo financiero no tuvieron el coraje de enfrentarse al gobierno del Capital, a los mercenarios antidisturbios, a la vergüenza de verse paseando en una manifestación, como si manifestarse no fuera digno. No se quejen porque si hubiera habido treinta millones de españoles en las calles, en vez de dos, cuatro o cinco, jamás hubiera habido necesidad de tirar una piedra.

Nunca, y ésto hay que dejarlo claro, quisimos tirar una mísera piedra. Confiábamos en qué no se cumplieran las palabras de Brecht, elodio contra la bajeza también desfigura el rostro. Pero no fue posible, no por nuestra falta de insistencia, sino por vuestra falta de compromiso, de apoyo, no a nosotros y a nuestra causa, sino a vosotros mismos, a vuestros padres y vuestros hijos. Por vuestra falta de amor propio.

No digo que ahora apoye o deje de apoyar esta violencia, no es el lugar ni el momento para hacerlo. Pero cada cuál debe asumir las consecuencias de lo que hace y, lo que puede ser mucho más duro, las consecuencias de lo que no hace.

martes, 27 de noviembre de 2012

Buena gente

Tú verás de quién te fías

No acostumbro a contar la historia desde el punto de vista de los buenos. Tengo empatía, sí, pero con el perdedor, con el vanidoso. ¿Acaso es empatía si ya estás en su lugar? Creo que en el fondo es por pura envidia, porque no podré alcanzarles. O, quizás, por algo más.


Pedro se despertó con los párpados pesados, pero eso no le importó; se levantó con ímpetu y apagó la alarma un minuto antes de que sonara. Cuidadosamente, acarició el cabello y la mejilla de su mujer, besándola suavemente. Ella sonrió y él se levantó. Duchándose, pensó en las complicaciones del trabajo, en cómo se las tendría que apañar para equilibrar gastos. El bebé también se había despertado y lloraba. Su madre le acurrucaba cuando él le levantó en sus brazos. Maravillado, el bebé enmudeció, abriendo los ojos como platos “De mayor serás fuerte como tu papá” le dijo. Pareció comprenderle, riendo con su carcajada de niño, y pronto se la pegó a sus padres. Su hija ya estaba desayunando mientras leía un libro de texto. Pedro se había esforzado para que la pequeña Laura tuviera la educación que él jamás había podido disfrutar. Pedro se había hecho a sí mismo; nadie confiaba en qué, pasados unos años, pudiera aprobar el Bachillerato y finalmente sacarse unas oposiciones. Pedro había sufrido mucho, y no iba a permitir que a su hija le sucediera lo mismo. Con esos pensamientos y tras despedirse de su familia se fue al trabajo. Iba en un coche modesto para su sueldo, a él no le gustaba ostentar; lo único que quería era cuidar de su familia. Tras pasar por su antiguo barrio y cruzar el puente, llegó a su lugar de trabajo. Muchos decían que era horrible pero él lo había cogido cariño.

Salió del coche y se estiró el cuello. Aquel día prometía ser duro, o eso le había comentado su jefe. Si todo salía bien, antes de las dos de la mañana podría estar en casa. Pedro entró identificándose y saludando a quien se encontraba. La jornada (en fin ¿para qué alargarnos? Ya sabíais que esta tarea iba a ser dura para el autor) transcurrió tranquilamente hasta las cinco. En esa hora, en ese mismo momento, dieron el bocinazo. Junto a sus compañeros, Pedro corrió a por su equipo de trabajo y aunque pudiera sonar macabro, todo aquello le ayudaba a desfogarse de sus problemas: la hipoteca, la familia, el colegio de la niña. Cuando trabajaba para la sociedad, ambos salían beneficiados; él se sentía mejor y su ciudad era un sitio más seguro.

Mantuvo la respiración unos instantes, con todo el peso del uniforme sobre él, mientras veía su reflejo en el cristal negro. Miró fijamente; él era un hombre que hacía bien, que hacía lo correcto. Él era Pedro Arias Fernández, él formaba parte de las Fuezas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Él era un funcionario del Estado, un trabajador por la seguridad de todos. Él luchaba por la sonrisa de su mujer y la sonrisa de su hija. Él era un miembro de la Unidad de Intervención Policial; él era, en definitiva, un buen hombre.

Bueno, pues ésto ha sido todo. No ha sido tan dificil; a lo mejor porque el valor literario del relato es más que discutible. ¿Discutible? Perdón, quise decir asqueroso. Es cierto que he cogido un ejemplo exagerado, pero es lo que hay. Seguramente, también podría haber cogido al genocida silencioso que, como buen ciudadano paga sus impuestos con los que se bombardean hospitales en Oriente Medio, bebe su taza de café tan barata a base de la explotación en Colombia, o compra un juguete para su hijo pasando por alto la esclavitud infantil que se vive en la China que lo fabrica. Este modelo, sin embargo, se acercaría demasiado a un servidor, pero ya se sabe que se ve mejor la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Quizá ésto me oriente para saber porqué no puedo escribir sobre gente buena: mientras que algunos se dedican a romper cabezas, otro se rompen la cabeza por hacer lo correcto. Los grandes medios ya han establecido quienes son los buenos. Y yo también.




PD: Esta foto no tiene nada que ver con el bastardo de Pedro Arias Fernández. Está hecha desde el cementerio clásico de Sheffield. ¡Pronto, creo, volveremos a vernos!

PPD: El nombre de Pedro Arias Fernández no hace referencia a ningún antidisturbios real. Cualquier coincidencia con la realidad es mera casualidad.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Rivales

Hay miradas que lo cambian todo

Escribí este cuentito hace un tiempo para www.escritoresderivas.es Me lo publicaron en la misma página junto a otros cuentitos cortos, cortos (como el autor, en este caso). Es, en fin, un poquito más de impotencia.
Rivales.

Sus miradas se cruzaron. Reconocieron sus facciones y recordaron su vida juntos. Infancia, juegos, también rivalidades. Caminos separados y, repentinamente, el encuentro. Durante un instante, Juan no era antidisturbios ni Ricardo llevaba su palestino. Sólo durante ese instante. Juan le golpeó gritando “No me mires, coño”. Bajó su cabeza; el dolor de Juan no desapareció.
Juan había esperado volver a encontrarse con él. Comparar sus vidas, triunfos. Derrotas, continuas a partir de una decisión. Nada podía paliar su dolor. El dolor de la mirada de Ricardo. Y no fue una mirada burlona como Juan hubiera deseado. Fue una mirada triste.


martes, 20 de noviembre de 2012

CON ESFUERZO Y VALENTÍA


Hay días que no termina de amanecer. Que el Sol se eleva, ilumina, pero ahogado en sus propios problemas se niega a ceder un poco de luz. Días negros, días malos. Un día negro es un día de resaca, suspendes un examen, uno negrísimo es en el que te deja tu pareja, te echan del curro: en ambos casos, quizá compartiendo las penas con el Sol puedas acabar un día gris, tan borracho como el astro. Pero existen días que, por más que se beba, por más que uno se hunda en la miseria de la desesperación para intentar salir de ella, los problemas siguen ahí. Muchas personas pasan por esto en el mundo; hay algunas, que nunca han pasado por otra cosa, por lo que creen que los días que son negros como el carbón tienen cierto brillo.

Eso no pasaba en España. España estaba en el mundo civilizado. Pero cuando comenzó todo (es decir, cuando lo que estaba claro seconvirtió en evidente), comenzó el terror. El paro, los recortes. Y la casa. Repentinamente, comenzaron a aumentar los desahucios, sin que nadie pareciera que pudiera detenerlos. El Sol había decidido no alumbrar a tantas familias, que los poderosos llenaron las calles de sabuesos, aterrorizados por la misma oscuridad que ellos mismos habían creado.

Pero lejos de echarse al monte, lo cuál habría estado bastantejustificado, muchos resistieron, y como aldeas galas se mantuvieron en pié, resistentes al invasor. Aguantando el chaparrón, agotando las vías legales y las humanas, sin levantar un sólo puño con ira a pesar de haber sido estafados, vendidos, odiados. Para muchos no fue suficiente. En la calle acabaron, sin poder mover ni un sólo músculo, no de muerte, sino de mera tristeza.

Ayer, sin embargo, se demostró que la resistencia tiene su efecto. Una familia de Rivas consiguió que se detuviera su desahucio: por el terror internacional de los suicidas, por la presumible aparición de un food riot, el hecho objetivo es que hoy, que era el día marcado, no les echaron de su casa. Y aún contienen el aire, emocionados, pero entre cuatro paredes y no en la puta calle, no en el frío del Madrid de Noviembre.

Ayer se detuvo un desahucio. Nadie hizo nada. Izquierda Unida intentó lavarse las manos a última hora. Fue el esfuerzo personal de esa familia, así como el apoyo de diferentes redes sociales (PAH, 15-M) a pié de calle las que consiguieron detener la barbarie del desahucio. Con esta entrada sólo quería honrarles a ellos, a los que luchan, que sí se puede. Y, aunque sea una tragedia que muchos otros desahucios se ejecuten, que haya habido suicidios e intentos de ellos, esta es una buena noticia. Pero no una de esas buenas noticias con las que hay que conformarse, no, una noticia que nos obliga a seguir hacia delante.

Hacia una Revolución. Una revolución humana, en la que primen las personas y no los mercados. No sé si ésto quiere decir extrema izquierda.

Hoy quería dedicar la entrada del blog a esta familia, y a los que luchan. Por su valentía. Por sus enseñanzas.